domingo, 2 de junio de 2013

Ese preciso momento

Ponte el moño apretao, sirena,
que se joda el viento,
rompe las horquillas de espuma
y déjame que te remache sonrisas
de hierro,
de esas que disipan las brumas

Cierra los ojos por, sin prisa. Déjate llevar y no tengas miedo. Estás a solas contigo y ese momento puede ser maravilloso. No existe nada dentro de ti tan horrible, deja brotar tus pensamientos, tus sentimientos: no reprimas. Siente como salen poco a poco por tus poros. Esa sensación de liberación es fantástica. Tu dolor de cabeza remite, al mismo tiempo que la sensación de culpa. Las contracturas se van soltando, ves desaparecer los problemas, los nudos. Sentir como se alejan, notar como cae la mochila.

Ese momento es grandioso, ese justo momento en el que sientes que algo se rompe, ese momento en el que sabes que has cruzado un puente y ves como algunas cosas han cambiado su ser y dejan atrás la funcionalidad. Notas que ciertas cosas dejan de servir, ya no son tus herramientas, lo fueron en su día, pero este momento es diferente. Este es mi momento. Es el momento de hacer todo aquello que me divierte, me calma, me cuida y es el momento en el que me doy cuenta de que las cosas han cambiado.

Adoras ese kaos, esta nueva definición de kaos en la que nunca antes habías estado. Lo lógico es sentirse desubicada, pero en este caso, no funciona así. En este caso puedes ver desde la nueva barricada todo lo que se queda atrás, mientras, con sólo girar la cabeza, ves tu camino, de frente, despejado. Sientes que sacaste ese arpón. La gran espina que condicionaba tu vida. ¡Qué gran lección!

Como en una entrega de premios, en la que el galardonado sube al escenario a recibir la recompensa por su trabajo y da los agradecimientos oportunos. Así me siento ahora. Tengo mi premio, la calma, la paz, la comprensión, la capacidad de perdonar y de aceptar y el mejor de todos: la capacidad de pensar.

Mis agradecimientos, como no podían ser de otra forma son a la vida, a todos los errores que cometí, he cometido y cometeré, a todas las personas crueles, a aquellas personas que no han sabido hacer lo correcto,  a todas las cosas injustas, al hachís, a los golpes, a los gritos, a la báscula y los espejos, a mi tatuador, al mar, a la sensación de asfixia, a la impotencia, al psicoanálisis, al Che Guevara y a la revolución, a los libros, a los problemas que te llevan a pensar soluciones, a Agatha Christie y Arthur Conan Doyle, al Dr. Jekill y Mr. Hyde, a Ana, a internet y sus foros, a Sara, a los domingos, los lunes y las noches sin dormir, al autoboikoteo, al dolor, a la obsesión, a las tardes de cerveza y los días austeros manchados de café, al sueño y a los sueños, a mi primera obsesión, a las prioridades de la vida, a la coherencia, a la superación, al kaos, al orden, a los escrúpulos, a dejar lo importante para el final, a los sujetadores con relleno y la ropa interior sexy, a las clases particulares, al desorden, a la libertad de decisión, a la confianza, a los celos, a los problemas ajenos, a los tips, a los potitos jardinera, a las flores recibidas y a las que no recibí, a los Erasmus, al trabajo, a las habitaciones compartidas, al desamor, a la cama compartida y a la cama vacía, al sexo, a los cafés de Panchito, a la universidad, a la independencia, al mus, a la talla 34, a la máscara, a Maider, a la incomprensión, a Kevin, al sexo consentido, por compromiso y al obligado, a los abrazos, a la keratina, el serum y el antiojeras, a la anemia, a la fuerza, a los sabores dulces, a la depresión, al monte, a la Real Sociedad, a los niños y los bocadillos de nocilla en el parque, a la ansiedad, a Cuarto milenio, El conquistador del fin del mundo, Rubí, los protegidos, el internado y el Juego de tu vida, a la lechuga con cebolla, al licor de manzana, al vozka y al pacharán, al frío, a los atracones, a Yolanda, al autobús 33, al Talai, a las rebajas, a las tareas difíciles y a las imposibles, a las arcadas y los vómitos, al sobrepeso, al IMC, a Loli, a los Doritos y la trenza de chocolate, al puré de calabacín con huevo cocido y a la ensalada con trozos de pechuga de pollo, a 2º de Bachillerato, a la asignatura de Historia, a los mareos y el dolor de cabeza, a la Coca-Cola del Bohemia, a la pintura, a los granos, a las cicatrices, al rencor, a las putadas, a la pereza, a las imprudencias, a la Mata, al tren de Gran Vía, a Psicometría, a Hotmail y Tuenti, a mi adolescencia, a la Estellesa, al tranxilium, a Maganto, Torres y Biurrun, a los ingresos semanales, a mis amígdalas, a Fermín Calbetón, a las papeleras, a Septiembre, al bikini, a las humillaciones, al amor propio, a la debilidad, a las frases que te hacen cambiar, a Lara, a Selectividad, a OCB, al wifi, a las monjas, a los mantras, a la TFT, a la fluoxetina, el seroquel, los antipsicóticos y la venlafaxina, a los cumplidos, al pintxo-pote, a la laca y las planchas de pelo, al vacío, a la voz, a los michelines, a las expectativas, a mi Donosti querido, a Interestatal 60, a Facebook, a Skandalo, al Pro, a la minifalda, al cajero automático, a la masturbación, al agua caliente, a las decepciones, al ordenador portátil, a la vendetta, a Anonymus, a la sobreprotección, a los acantilados y las caídas, al lápiz de ojos, al metro, a Freud, al óvulo y el espermatozoide, a los turnos rotativos, a la falta de tiempo, a la distancia, a la vergüenza, al Budismo y los mandalas, a Gorka, a los ancianos, al odio, al permiso, a los cuentos de hadas, a la libertad, al sentido amplio de respirar, al punto y final, al arrepentimiento, al pasado, al 7 de Agosto, a los plazos, a los bebés, a la aportación voluntaria, a la enciclopedia, al parque, a la curiosidad, a la resignación, a las manifestaciones y las revueltas, al fuego y el incendio, a los dibujos infantiles, a la devastación, a la capacidad de reflexión, a los errores de los adultos, a las acciones malintencionadas, a las borracheras, a los Reyes Magos, a la ambición, a Papá Nöel, a los chistes, a María la tonta y Juan el listo, al chocolate Nestlé, a la superación, a la esquizofrenia, a las malas decisiones, a google, a los colores, al polideportivo, a la pérdida, a la kale borroka, a mi infancia, a las llamadas inesperadas, a las gaupasas, al verano, a la faringitis, al México, a las elecciones de corbata, a los hombres superficiales, a las mentiras, al Carrusel deportivo, al sentimiento de culpa, a wikipedia, al mp3, al todo aquello que nutre, al aprendizaje y por supuesto, al rock.