miércoles, 8 de mayo de 2013

El Flautista de Hamelín

¡Izquierda!
Tu no eres de izquierdas,
¡Derecha!
Tampoco de derechas,
¡Centro!
Tu eres de centro...
¡Comercial!
De centro comercial...

El dolor consigue hacerte aprender cosas que no podrían aprenderse de otro modo. En muchos casos, cosas que la mayoría de la población no es capaz de apreciar, de pararse a contemplar. El ritmo de la sociedad consumista lleva al rebaño, tal y como ocurría en el cuento del Flautista de Hamelín, al sitio que el dueño de la flauta quiere. Es necesario para ello saber tocar la flauta, tener carisma, entonces, y sólo entonces, el flautista podrá ser un pez gordo. Podrá controlar a su antojo a quienes se dejen o no quieran darse cuenta de que están siendo manejados. El convencionalismo puede llevarte a donde nunca te planteaste que estarías, pero otros sí que lo planearon por tí. Es lo más fácil, no tener que tomar decisiones, simplemente, sin pensar, se hace lo que hace el grupo. La sociedad lo acepta. Mientras tanto, existen pájaros que revolotean sobre los ratones y miran con impotencia lo que está ocurriendo. Pero claro, que puede hacer un pájaro contra un flautista. Normalmente los pájaros no se comportan como en la película de Hitchcock. Observan, se resignan y deciden hacer su vida al son se su propia música.

El rebaño puede llevar a la destrucción. Puede llevar a la deshumanización más absoluta, al caos y al desconocimiento de uno mismo. A menudo la gente aparca su identidad, se olvidan de aceptar lo que viene de frente, es demasiado frenético el ritmo del flautista, son demasiadas exigencias innecesarias. Se debe ir maquillada, vestido como los cánones marcan, si alguien desea informarse, se conforma con la información de los periódicos y del telediario, no es necesario contrastar ni investigar, es mucho más apropiado dar la información por cierta aún tratándose de falacias e incluso sospechando que puedan serlo. También se requiere cierto nivel de ignorancia, por supuesto. Cuanto menos se sepa de historia,mejor. Si el hombre no sabe de donde viene, todo lo que se luchaba y el sudor que costaba una revuelta, más allá, si ni siquiera conoce las revueltas, será más fácil que se dejen embaucar por la música de Hamelín. Es importante también que desconozcan la poesía, ya que las palabras que salen del alma son potencialmente peligrosas. La introspección puede generar una revolución, incluso puede llevar al pensamiento libre individual y a la capacidad de decisión individual, sopesada y consensuada. Evidentemente esto no le conviene tampoco a Hamelín. Por tanto, el decidirá qué música debe escuchar el rebaño, el publicará la información que más le convenga y colocará relucientes objetos materiales dentro de las vitrinas de las tiendas, visualizados por los ratones como trofeos. Así los ratones se detienen en el camino observando los escaparates, pensando y anhelando conseguir cuanto más mejor, de este modo de olvidan de quienes son, de lo que realmente les importa, de los valores y de los sentimientos.

Se trata de anestesia para cobardes. Sólo hace falta bajar a la calle y sentarse en un banco para observar como la sociedad se anestesia. Siempre consumiendo. Ya sea en una tienda o en un bar. Este último tal vez más problemático. Sencillamente se trata de trabajar como un burro, ganar cuanto más dinero mejor, consumir todo lo que se pueda y consumirse a uno mismo poniéndose excusas para evitar abandonar el cómodo bucle.Es una simple relación de dependencia, propiciada, como no, por el efecto acción-reacción, también conocido como dolor-anestesia.

Cada cual elige su método de anestesia: drogas, alcohol, consumo desmesurado o ignorancia. Todo lo que sea necesario para evitar hablar con uno mismo y habitar el cuerpo de un desconocido.

Tal vez sea más cómodo bailar al son del Flautista de Hamelín, pero resulta mucho más gratificante decidir libremente y sin anestesia lo que realmente que desea en la vida.